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"[... por que estoy fatigado (y la fatiga es casi un asco) del disimulo, de ese disimulo que uno se pone como una careta sobre el viejo rostro sensible. Por eso no estoy asombrado de que, a medida que Avellaneda se fue enterando de como había sido Isabel, yo también me haya ido enterando de como había sido yo."
"Hubo abrazos, felicitaciones, comentarios. Hasta la funcionaria Avellaneda se acercó y me dió la mano. De todas aquellas manos, la suya era la única que transmitia la vida."
?A quien no le atrae el propio pasado?
De todas aquellas manos, la suya era la única que transmitía la vida
Ella había empezado a entrar en mí, a convertirse en mí, como un río que se mezcla demasiado con el mar y al fin se vuelve salado como el mar"